Una de las medidas que actualmente se proponen contra el fracaso escolar es la prolongación de la jornada o del calendario escolar. Pero creemos que sería mucho más efectivo el modelo de una educación integrada entre escuela, comunidad y familias (como el modelo italiano de las escuelas de Pistoia). No se puede encerrar la educación en el tiempo reglado y las cuatro paredes del aula, ni descargar todo el peso y la responsabilidad en una sola institución, con todas sus limitaciones. Se trata de una tarea colectiva, en la que todos debemos sentirnos responsables. En este sentido, creemos también desafortunadas las iniciativas, desde sectores del profesorado, contra la participación de pedagogos o psicólogos en la organización y actividad docente, reclamando, de forma corporativista, la autoridad exclusiva del docente en estas tareas. Aunque defendemos el derecho del profesorado, como de cualquier trabajador, de participar en el proceso de su trabajo, no creemos que eso excluya el debate y la participación con los "expertos", que sería mutuamente enriquecedor.
Otro aspecto polémico es el debate sobre la formación del profesorado y su incidencia en la mejora de la escuela. Como han señalado los componentes del Proyecto Nebraska de Fedicaria ("Más allá de lo obvio", Cuadernos de Pedagogía, setiembre 2010, pp, 90-91), la formación inicial y permanente del profesorado "ha sufrido en los últimos quince años un vertiginoso e irreversible proceso de mercantilización, privatización e insolvencia intelectual. Quien haya tenido ocasión de conocer de visu los abultados expedientes con que los aspirantes a ingresar en el cuerpo de profesores de secundaria comparecen a los procesos de concurso-oposición sabrá de lo que estamos hablando. La Declaración de bolonia y las políticas de formación del profesorado en la Unión Europea pivotan sobre la idea del docente dúctil y flexible (como el sujeto del aprendizaje constructivista) adornado de múltiples competencias que han de conseguirse e incrementarse mediante un proceso de aprendizaje sin fin. Todo ello está muy a tono con las formas de organización del trabajo postfordista..., permite legitimar la falacia del lifelong learning. Se impone así una lógica importada de la gestión empresarial que encuentra en la evaluación, como instrumento de medición de la productividad, una fórmula cualitativa de explotación del trabajo, en consonancia con las formas más refinadas de legitimación y autosometimiento inherentes a las sociedades de control de nuestro tiempo".
http://multimedia.lacaixa.es/lacaixa/ondemand/obrasocial/pdf/estudiossociales/vol29_completo_es.pdf
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