En el diario El País, el martes 11 de enero aparecía, en la sección de Sociedad, varios artículos en los que se denunciaba el estado actual de la educación sexual en nuestro país. Así, como señala J. A. Aunión, según la 3ª encuesta Schering Sexualidad y anticoncepción en la juventud española, solo el 41,8% de chicas y el 35,4% de chicos de 15 a 24 años afirman haber recibido información sexual en sus centros educativos. Tras su exclusión de la Educación para la Ciudadanía, la educación sexual permanece así sometida a la ideología de los centros o de las familias, o a la voluntaria asistencia a talleres externos (que pretendidamente garantizan una asepsia científica frente a los debates morales, y que se suelen centrar más en los problemas -embarazos no deseados o enfermedades de transmisión sexual-, que en los valores de una sexualidad libre y responsable). La educación sexual, como señalan en otro artículo R. Hurtado y A. Varela, miembros de la Federación Estatal de Planificación Familiar Estatal, "sigue siendo una asignatura pendiente": "En un momento en el que el debate sobre su conveniencia debería haberse superado, nos encontramos justificando de forma continua su necesidad". Hubo muchos intentos de "normalizar" la introducción de la educación sexual tras la dictadura, una normalización que, al menos, podría competir, en el pequeño espacio público y universalizador de la escuela, con el espacio particular de las familias o las confesiones religiosas. Con la LOGSE, y su defensa de la educación en valores a través de una "difusa" transversalidad, la educación sexual apareció de forma tímida en nuestra legislación educativa. Actualmente, sin embargo, la LOE, no incluye a la sexualidad entre las "competencias básicas" que necesitan nuestros chicos y chicas para conocerse, expresarse y relacionarse. Y la Educación para la ciudadanía, donde se le intentó dar cierto cobijo, ha quedado descafeinada y al arbitrio e ideario de los Centros. Además, la Iglesia católica española parece vivir tiempos de reconquista y evangelización misionera en nuestro país. Y para ello, cuenta con la ayuda del actual Pontífice, que, para contribuir a la actual confusión, ha condenado recientemente la supuesta "amenaza a la libertad religiosa de las familias" , a las que pretendidamente se les impone desde malvados gobiernos laicos "la participación en cursos de educación sexual o cívica que transmiten concepciones de la persona y de la vida presuntamente neutras, pero que en realidad reflejan una antropología contraria a la fe y a la recta razón". La familia cristiana, que se ha convertido últimamente en un importante agente social conservador, es presentada así como víctima de múltiples amenazas y ataques. Como señalamos antes, frente al debate público y universalizante de valores en la escuela (al menos esa es su pretensión), este modelo de familia católica pretende arrogarse el derecho paterno al adoctrinamiento de la infancia.
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